El comienzo de las vacaciones escolares conlleva la reestructuración de los días de los niños, cuyo tiempo libre abarcará también el que hasta ahora destinaban a impartir clases.
Lo importante es proporcionar a nuestros hijos medios para que se mantengan activos mientras aprenden y que, de esta manera, no caigan en un estado de aburrimiento perpetuo. Con un poco de constancia y firmeza conseguiremos que, con el paso de las jornadas, interioricen ciertas rutinas y nos permitan, al mismo tiempo, desarrollar las nuestras sin excesivas interrupciones.
Levantarse a una hora prudencial todos los días
Para empezar cada mañana con buen pie, es recomendable establecer una hora tope para levantarnos, que en ningún caso rebase por mucho la que suele ser habitual durante el curso. Tal y como advierten los expertos en el campo del sueño, los efectos positivos del mismo aumentan durante las noches. Por tanto, lo ideal es acordar unos periodos de descanso similares a los del resto del año.
Involucrar a los niños en las tareas del hogar
Cuando hayamos desayunado, cada uno ha de tenerasignadas las tareas propias para mantener su espacio vital recogido y ordenado. Algo extensible, por supuesto, al resto del día, durante el cual se dividirán las distintas acciones que requieren los demás espacios de la casa. Así no solo conseguiremos que los niños se hagan responsables del funcionamiento del hogar, sino que también podrán aprender y divertirse mientras nos ayudan, por ejemplo, a hacer la compra o a preparar la comida.
Plantearles hacer un curso online y facilitarles entretenimiento educativo
Con el fin de mantener sus mentes activas durante las vacaciones escolares, podemos proponer a nuestros hijos que elijan un curso en línea sobre algo que les guste y les motive. Consensuarlo con ellos es la mejor manera de plantearlo, de manera que no lo vean como algo impuesto u obligatorio. Una buena orientación para exponerles alternativas la podemos encontrar en sus profesores, tanto en lo relativo a las opciones que ofrece Internet como a las propias de las editoriales y sus tradicionales cuadernillos de verano.
Paralelamente, resulta beneficioso destinar parte del tiempo de ocio infantil a alternativas que combinen diversión y aprendizaje. En este sentido, el abanico es amplísimo. Desde películas y videojuegos educativos hasta webs interactivas enfocadasal apoyode distintas asignaturas, pasando por visitas virtuales a museos y monumentos.
Apuntarlos a un campamento
Ya sea urbano o con pernocta, sería relevante plantearse esta alternativa. El contacto con sus iguales y con monitores que les guíen en diversas actividades lúdicas podría resultar más que beneficioso para su desarrollo y estimulación.
Limitar el tiempo de exposición a pantallas
Los perjuicios de la exposición excesiva a las pantallas, tanto de móviles como de tablets, ordenadores, televisiones u otros dispositivos, nos obligan a extremar precauciones al respecto. Para hacernos una idea de los límites a establecer, la Academia Americana de Pediatría recomienda:
- En niños menores de 18 meses, evitar el consumo mediático, salvo para comunicaciones como los videochats
- Entre los 18 y los 24 meses, quienes lo decidan, pueden ir incorporando poco a poco el visionado de programas de alta calidad, pero siempre asegurándose de estar presentes para ayudar a discernir los contenidos
- Entre los 2 y los 5 años se debe limitar el uso a 1 hora diaria de programas de alta calidad, también en compañía de los padres. Los padres deben ver el contenido mediático junto con sus niños para ayudarlos a entender lo que están viendo y aplicarlo al mundo que los rodea
- Desde los 6 años debemos poner límites coherentes, siempre cerciorándonos de que el tiempo ante los dispositivos no ocupe el espacio destinado al descanso, a la actividad física y lectiva o a cualquier otro aspecto que ponga en riesgo cualquier valor asociado a una vida saludable.
Recurrir a los libros
Leer no solo ayuda a comprender mejor los textos y ampliar el vocabulario infantil. Tal y como afirma la doctora Begoña Dominguez, antigua presidenta de AEPap, las áreas cognitivas del cerebro se estimulan con la lectura y los aspectos emocionales de nuestro desarrollo también evolucionan favorablemente con este hábito. Además, si conseguimos que nuestros hijos se familiaricen con el ámbito literario, les estaremos proporcionando incontables horas de diversión en el futuro.
Establecer unos horarios para salir
Durante la adolescencia, nos guste más o menos, tendremos que permitirles salir y socializar, bajo las precauciones sanitarias vigentes, con su entorno. Al mismo tiempo, es importante fijar unos límites en la vuelta a casa que no sean rebasados de manera sistemática.
Hacer alguna diferenciación entre los fines de semana y los demás días
Al llegar el fin de semana, y más durante las vacaciones escolares, es normal que levantemos la mano y algunas normas se vuelvan más laxas. Al igual que de lunes a viernes hay que cumplir ciertas reglas de forma obligatoria, los sábados y domingos podemos sustituir parte de esos momentos por otros más relajados que nos ayuden a todos a desconectar.
Disfrutar todos los días de un rato en familia
Incluso en las jornadas más agobiantes, es aconsejable no renunciar nunca a la oportunidad de compartir una experiencia en familia. Un juego de mesa, unas páginas de un libro, un rato de ejercicio físico o una receta para cocinar con niños son, entre muchos otros, pretextos geniales para reforzar los lazos paternofiliales.
Fuente: saposyprincesas.elmundo