La economía de fichas es una técnica psicológica de modificación de conducta que resulta de gran utilidad cuando se trabaja con niños. Basada en los principios de condicionamiento operante, la técnica consiste en establecer un sistema en el que el niño gane puntos o fichas por comportarse de una determinada manera. Estas fichas pueden canjearse más tarde por un premio mayor, pactado de antemano. Así, se puede acordar con el niño que si consigue un determinado número de fichas o puntos podrá acceder a un juguete, juego, actividad, etc. que desee.
Entre sus ventajas, la economía de fichas se puede aplicar tanto en un tratamiento individualizado como en un grupo de niños, siempre que éste sea homogéneo y las conductas objetivo sean las mismas. Asimismo, permite el establecimiento de comportamientos a medio y a largo plazo que, de estar bien planteados, finalmente se adquirirán como rutinas. Paralelamente, la administración de puntos supone un refuerzo positivo inmediato a la conducta meta y permite a su vez acceder a un reforzador mayor a largo plazo. Ello va a favorecer la motivación del niño y su colaboración en el cumplimiento del programa. Y, por último, esta técnica se puede llevar a cabo en distintos contextos (familiar, escolar), en función de cuáles sean los objetivos.
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A la hora de diseñar una economía de fichas, hay que tomar una serie de decisiones:
- Establecer los objetivos (conductas o tareas ), atendiendo al niño con el que se esté trabajando, los problemas de comportamiento que presente y las conductas que se deseen instaurar o reforzar. Hay que seleccionar pocas conductas y definirlas de manera concreta, clara y precisa.
- Elegir el tipo de fichas (pegatinas, estrellas, caritas sonrientes, etc.) que se vayan a utilizar.
- Decidir qué reforzadores de apoyo (premios) se van a conceder y por cuántas fichas se van a canjear. Esto puede hacerse con la colaboración del propio niño y/ o de sus padres.
- Seleccionar quién va a ser la persona que supervise el adecuado funcionamiento de la economía de fichas y se encargue de administrar los puntos y los reforzadores.
- Escoger el aspecto que tendrá el soporte del programa, atendiendo al contexto en el que éste se vaya a utilizar, los recursos del terapeuta, la disponibilidad de la persona que lo vaya a supervisar y, sobre todo, los intereses del niño.