¿Cómo nace la Disciplina Positiva? Un poco de historia…
Alfred Adler (médico y psicoterapeuta austríaco) introduce, por primera vez, la idea de la educación de los padres en los años 20.
Adler defiende la idea de tratar a los niños respetuosamente, argumentando que no significa consentir o mimar (provocando problemas sociales y de comportamiento futuros). La idea se introduce inicialmente en las aulas de Viena a principios de 1920, para después exportarla a Estados Unidos a finales de 1930 a manos de Rudolf Dreikurs (psiquiatra y educador austríaco).
Adler y Dreikurs se refieren al enfoque amable y firme de la enseñanza y la crianza como “democrático”.
En 1980 Lynn Lott y Jane Nelsen asisten a un Taller facilitado por John Taylor y es, desde aquel momento, cuando Lynn comienza a entrenar a alumnos experimentalmente, escribiendo (con la ayuda de sus alumnos) el primer Manual de Enseñanza para Padres.
En la década de los 80 Jane escribe su libro “Disciplina positiva” y en 1988 Jane y Lynn escriben “Disciplina positiva para adolescentes” y comienzan a enseñar tanto crianza de los hijos como habilidades de gestión del aula de manera experiencial. También escriben “Disciplina positiva en el aula” y desarrollan un manual repleto de actividades experimentales para los maestros y sus alumnos.
¿Qué es la Disciplina Positiva?
Es un modelo educativo para entender el comportamiento de los niños y la forma de abordar su actitud para guiarles en su camino siempre de forma positiva y afectiva, además de firme y respetuosa tanto para el niño como para el adulto al mismo tiempo.
La Disciplina Positiva está basada en la comunicación, el amor, el entendimiento y la empatía para disfrutar de las relaciones familiares y enseña las herramientas a los padres para entender el comportamiento de sus hijos (incluso cuando no es adecuado) y reconducirlo con respeto, sin luchas de poder y de un modo siempre positivo.
Este enfoque no incluye ni el control excesivo ni la permisividad. Se basa en el respeto mutuo y la colaboración, todo con la intención de enseñar al niño competencias básicas para la vida.
¿Qué criterios hay que seguir al aplicar la Disciplina Positiva?
Hay 5 criterios a tener en cuenta al aplicar la Disciplina Positiva, son los siguientes:
- Ayuda al niño a sentirse CONECTADO;
- Es AMABLE y FIRME al mismo tiempo;
- Es efectiva a LARGO PLAZO;
- Enseña HABILIDADES para la vida: sociales, emocionales y cognitivas;
- Invita al niño a descubrir sus CAPACIDADES.
Obteniendo excelentes resultados aplicando la Disciplina Positiva
Desde su nacimiento, el niño necesita “conectarse” con otras personas, como ser humano que vive en sociedad, necesita tener un sentido de conexión con su comunidad, familia y escuela, de ser así, probablemente no sufra los tan temidos malos comportamientos.
Al identificar la creencia (lo que ve como realidad el niño) que se “esconde” detrás de ese comportamiento, se “muestra” la razón por las cual el niño hace lo que hace y se trabaja para cambiar esa creencia en lugar de intentar cambiar únicamente el comportamiento.
En Disciplina Positiva se enseña al adulto a emplear amabilidad y firmeza al mismo tiempo, no siendo ni punitiva ni permisiva, asimismo, el niño debe aprender las habilidades sociales y de vida necesarias preparándose para tener éxito como miembro contribuyente de su comunidad.
Se enseña al adulto y al niño por medio de actividades experienciales. Experiencias que reproducen situaciones reales del día a día y crea oportunidades para practicar nuevas habilidades y divertirse aprendiendo mientras lo hace.
Todo esto está muy, pero que muy bien, pero realmente…
¿Funciona la Disciplina Positiva?
Numerosos estudios han demostrado, además teniendo en cuenta la “juventud” de la Disciplina Positiva, una reducción extrema tanto de suspensos como actos vandálicos en aulas, gracias a la aplicación de programas de Disciplina Positiva en padres y profesores, mejorando el comportamiento de los estudiantes. (Platt, 1979; Nelsen, 1979).
Otros estudios menores que examinan los resultados obtenidos con las herramientas de la Disciplina Positiva también han mostrado resultados muy positivos. (Browning, 2000; Potter, 1999).
Además, han demostrado repetidamente que la percepción de un estudiante de ser parte de la comunidad escolar sintiéndose “conectado” a la escuela, disminuye conductas de riesgo social como la angustia emocional e intentos o pensamientos suicidas, las drogas y el comportamiento violento/vandálico, aumentando el rendimiento académico. (Resnick, 1997; Battistich, 1999; Goodenow, 1993).
Existen evidencias significativas de que enseñar a los más pequeños las habilidades sociales tiene un efecto protector que dura hasta la adolescencia. Los estudiantes que han aprendido habilidades sociales son más propensos a tener éxito en la escuela y menos a participar en comportamientos problemáticos. (Kellam, 1998; Battistich, 1999).
Fuente: infanciaenpositivo.com
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