Cómo apoyar a los estudiantes con Trastorno del Espectro Autista

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Para aquellas personas que tienen un Trastorno del Espectro Autista (TEA), ir a la escuela es un gran desafío, no sólo por sus propias limitaciones sino por la falta de apoyo.

En muchos casos las escuelas decepcionan a las familias ya que no reconocen las necesidades de sus hijos con Trastorno del Espectro Autista ni los apoyan.

Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), uno de cada 160 niños tiene un trastorno del espectro autista (TEA). Aunque esto significa que es algo muy común, existe mucha estigmatización, discriminación y violación de los derechos humanos de quien lo padece, especialmente cuando se trata de recibir una buena educación, ya que esto afecta la calidad de aprendizaje y pone en riesgo su independencia.

¿Qué son los Trastornos del Espectro Autista (TEA)?

La Confederación de Autismo España define los TEA como “un trastorno de origen neurobiológico que afecta a la configuración del sistema nervioso y al funcionamiento cerebral, dando lugar a dificultades en dos áreas principalmente: la comunicación e interacción social y la flexibilidad del pensamiento y de la conducta”. Son un grupo de afecciones diversas que presentan distintas características como cierto grado de dificultad social, la comunicación y procesamiento sensorial, así como patrones atípicos de comportamiento como gran atención a los detalles o reacciones diferentes a las sensaciones.

El diagnóstico de TEA incluye el autismo, el trastorno generalizado del desarrollo no especificado de otra manera (PDD-NOS, por sus siglas en inglés) y el síndrome de Asperger. Antes, todas estas afecciones solían diagnosticarse por separado. Las capacidades para aprender, pensar y resolver problemas de las personas con TEA puede variar, algunos son muy capaces e independientes mientras que otros necesitan constante atención y apoyo en su vida diaria.

Los TEA pueden ser complicados de diagnosticar debido a que los médicos necesitan observar el comportamiento y desarrollo del niño pero pueden presentarse los primeros síntomas desde los primeros años. Incluso, a partir de los 18 meses un médico puede determinar si el infante pertenece al espectro. Este caso es el más óptimo porque permite tratarlo desde temprana edad para mejorar sus posibilidades de ser una persona adulta independiente y capaz.

Ser diagnosticado con Trastorno del Espectro Autista en edad adulta es mucho más complejo ya que no existe un procedimiento establecido. Probablemente esa persona ya aprendió a manejar u ocultar sus síntomas, lo cual hará más difícil al especialista poder determinar si padece algún tipo de TEA con sólo observar el comportamiento de la persona, ya que normalmente incluyen preguntas sobre su infancia y desarrollo.

Autismo y la educación: ¿por qué es un reto?

Aunque todos los niños tienen derecho a la educación, muchas veces el sólo hecho de ir a la escuela puede ser un gran reto para aquellos con TEA. Para empezar, los niños con TEA suelen tener disfunción sensorial, por lo que cosas como luces brillantes, compañeros gritando o el sonido del timbre, pueden ser estímulos abrumadores que desencadenan ansiedad extrema o conductas como agresividad o lastimarse a sí mismos. Además, los alumnos pueden tener dificultades para cambiar entre actividades o temas, lo que complica su capacidad para planificar y ejecutar distintas tareas, estudiar para exámenes, entre otras cosas.

En el caso de la lectura y expresión verbal, los niños con TEA tienen desventaja ya que se espera que cada año escolar aumenten su comprensión y agilidad para hablar, escribir y leer. La expresión verbal y la comprensión son desafíos importantes para ellos, aún más cuando está presente el lenguaje figurativo o expresivo. Su situación es aún más vulnerable cuando presentan pruebas estandarizadas que buscan cierta velocidad y nivel de aprendizaje.

Diversas investigaciones demuestran que las personas con TEA pueden tener problemas con sus habilidades motoras finas y gruesas. Las primeras se refieren a la capacidad de hacer movimientos usando las muñecas y manos, mientras que las segundas se refieren a utilizar músculos grandes de los brazos, piernas y torso.

Incluso, un estudio señala que los niños y niñas con TEA pueden tener seis meses de retraso en la motricidad gruesa en comparación con sus compañeros y un año en la motricidad fina. Aunque se pueden superar, se cree que existen debido a sus desafíos sensoriales y diferencias neurológicas. Esto complica su habilidad para hacer actividades básicas escolares como escribir, dibujar, pintar, patear una pelota, correr, etcétera. Estas limitaciones afectan su vida escolar todos los días.

Otro reto para las niñas y niños con TEA es la comunicación social. La interacción es parte básica de cualquier experiencia educativa, pero para un estudiante con TEA es difícil distinguir cómo comportarse en el salón de clases, el gimnasio o el recreo, así como saber si sus compañeros se están burlando, siendo sarcásticos u honestos. Esto puede causar que se sientan aislados o sean vistos como introvertidos si no participan.

El cambio de año o ciclo escolar también es complicado para ellos ya que las reglas y expectativas son diferentes. Cada maestro tiene reglas distintas dentro del aula así que lo que estaba bien hace un año puede que no esté bien el siguiente, como por ejemplo, hablar sin levantar la mano, lo que termina confundiendo al niño. Lo mismo con las modas, les cuesta reconocer y adaptarse a lo más cool, exponiéndose a burlas por parte de sus compañeros.

Para alguien con TEA la rutina y estructura son fundamentales. Establecer una rutina hace que prosperen y aunque la escuela, por su naturaleza, puede proveer estas rutinas y estructuras, es un entorno en el que también se experimentan muchos cambios. Más allá de un nuevo ciclo escolar con distintos educadores y compañeros, cosas como maestros sustitutos, eventos especiales como las olimpiadas deportivas, días de exámenes estandarizados, vacaciones, etcétera, son desafiantes para las personas con TEA. Además, a veces les toca modificar su rutina para asistir a sesiones de terapia o algún tipo de programa destinado a ayudarlos a mejorar las mismas experiencias que se pierden por asistir.

Otro reto es que cada maestro tiene distintos niveles de tolerancia y empatía hacia las actitudes que pueden tener las personas co TEA. Especialmente si presentan algún comportamiento auto estimulatorio como repetir palabras o frases, mover los dedos o manos, o simplemente moverse de manera inesperada, puede ser entendido por algunos pero detestado por otros docentes. Aunado a eso, si el maestro espera que todos avancen a un ritmo similar, puede que un niño con autismo no cumpla con esas expectativas y se quede atrás.

El riesgo de ser excluidos de la escuela 

Varios estudios, como el que publicó la revista Autism & Developmental Language Impairments (Autismo y trastornos del desarrollo del lenguaje) en el que se entrevistó a madres y padres de niños con TEA, muestra cómo los niños y jóvenes autistas corren el riesgo de ser excluidos de las escuelas. En este artículo explican que el entorno social se vuelve cada vez más complejo a medida que el estudiante pasa de grado, al igual que la exigencia académica. Esto causa dificultades a los estudiantes en el espectro ya que tienen que cambiar su comportamiento, manejar sus emociones, esforzarse por mantener a sus amigos o hacer nuevos y lidiar con entornos sensoriales distintos, resultando en una experiencia abrumadora.

Uno de los problemas que enfrentan las personas con TEA es que se les suele ver como niños “difíciles”, especialmente al momento de incluirlos socialmente con otros niños. Además, muchos maestros reportaron no tener la capacitación necesaria para apoyarlos. En el caso de Inglaterra, por ejemplo, el 60 % de los profesores sentían que no tenían la formación adecuada. En una encuesta realizada por la Sociedad Nacional de Autistas del Reino Unido descubrió que, de los mil padres y madres entrevistados, casi uno de cada cinco informó que su hijo había sido excluido temporalmente mínimo una vez de la escuela y uno de cada 20 de manera permanente.

El estudio “Excluded from school: Autistic students’ experiences of school exclusion and subsequent re-integration into school” publicado en la revista  Autismo y trastornos del desarrollo del lenguaje que se mencionó anteriormente, explica que muchos padres y madres reconocen que sus hijos tienen dificultades para adaptarse a situaciones como el recreo o tiempo de juego ya que no están estructurados. Además, explican que tienen complicaciones para hacer frente al entorno sensorial y de comunicación, especialmente porque se toman todo de manera literal.

Otros familiares expresaron que las escuelas decepcionaron a sus niños ya que no reconocen los retos que estos pasan y no los apoyan. Sienten que hace falta ver sus necesidades, comprender los conocimientos relacionados con tener TEA y que, no hacerlo, les causa angustia y ansiedad a sus hijos con TEA.

Cómo apoyar a un alumno con autismo

Tener un alumno con TEA es un gran desafío por lo que la empresa británica especializada en capacitación, High Speed Training, da siete consejos para apoyarlos:

  1. Establecer una rutina: las personas con espectro autista prosperan con la estructura, por lo que tener una rutina predecible y estable baja su ansiedad. Crear un horario visual es una manera eficaz de hacerlo ya que le dará seguridad y le ayudará a ejercitar su memoria.
  2.  Tomar en cuenta su sensibilidad sensorial: las personas con autismo pueden tener reacciones intensas positivas o negativas a la estimulación sensorial, por lo que tener esto en cuenta y tratar de hacer el aula más amigable es esencial en estos casos. Para esto, es necesario observar y aprender cuáles son las sensibilidades individuales del alumno, ya que cada persona con TEA es diferente. Por ejemplo, si cierto sonido le causa angustia, tratar de evitar hacerlo.
  3. Administrar cambios: aunque a veces las alteraciones son inevitables, prever y preparar al niño para los cambios puede aliviar la situación. Por ejemplo, si van a tener una actividad en el patio, llevarlo con días de anticipación o mostrarle y darle fotos para que se familiarice con el espacio antes del cambio. Este tipo de actividades son de gran ayuda ya que le da la oportunidad de mentalizarse, adaptarse y no abrumarse.
  4. Ser claros: algunas personas con TEA tienen dificultades para comunicarse e interpretar lo que otros dicen, es importante ser simples y directos. Se debe tener cuidado con la manera en que se expresa y evitar metáforas, preguntas retóricas u oraciones complicadas.
  5. Integrar sus intereses: aquellas personas dentro del espectro suelen formar intereses muy centrados, por lo que el maestro puede aprovechar sus gustos para impulsarlo a aprender y hacer sus tareas y actividades. Por ejemplo, si le interesan los dinosaurios, incluir imágenes o especies de ellos en los problemas de matemáticas o ejercicios de ortografía puede hacer una gran diferencia en su participación.
  6. Incluir a los padres: los que mejor saben qué tipo de estímulos sensoriales, actitudes y gustos afectan al estudiante con autismo, son sus familiares. El padre, madre o tutor pueden aconsejar al maestro de cosas que funcionaron en casa, por ejemplo, o viceversa, el docente puede dar también consejos de qué actividades hacer o evitar. Hacer esto ayudará a que las familias se sientan más integradas y tranquilas con la educación de su hijo y la capacidad del educador y la escuela.
  7. Desarrollar resiliencia: tener un alumno que pertenece al espectro del autismo no es sencillo, por lo que es importante saber cómo mantener una mentalidad positiva en los días difíciles. Construir una relación con el alumno no es algo que sucede de la noche a la mañana, se necesita tiempo y dedicación. Ellos tienen una visión del mundo diferente y hay que tenerles paciencia. Entre más entienda al alumno, más sencillo será distinguir de dónde vienen sus actitudes.

Mejorar el conocimiento de los docentes sobre qué son los Trastornos del Espectro Autista, formarlos en estos temas y hacerlos conscientes de los retos que éstos pasan todos los días, respondiendo las necesidades de estos estudiantes es fundamental. Conocer qué necesitan y cómo apoyarlos no sólo previene la exclusión escolar, sino también los ayuda a alcanzar su máximo potencial.

Fuente: observatorio.tec.mx

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