Cómo prepararse ante la llegada de un hijo con discapacidad

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Cuando se está esperando y se está preparando la llegada de un bebé, lo habitual es desear que el niño o la niña vengan sanos y sin ningún problema de salud importante. Esto suele ser una de las preocupaciones continuas al inicio del embarazo y, en realidad, lo sigue siendo durante las 40 semanas completas de gestación, y es una idea que no se termina de ir definitivamente de la mente hasta que el niño nace.

La medicina ha avanzado muchísimo en este campo y, en comparación con años atrás, cuando el bebé tiene algún problema, es frecuente informar del diagnóstico a los padres cierto tiempo antes de que el niño o la niña nazca.

Cuando esto pasa, este momento es muy duro y complicado para ellos porque todos los esquemas que tenían en su cabeza cambian de repente, y tienen que empezar a cambiar de actitud y asumir la verdadera realidad. Antes de usar el término discapacidad, digamos que van a tener que entender que su hijo va a tener diferentes capacidades de las que a priori se imaginaban.

Llegarán muchos miedos, sentimientos de rabia, ira, frustración, culpa, tristeza y la pregunta “¿por qué?” será la más repetida en las siguientes semanas y meses hasta que todo se normalice y se incorpore en el día a día.

Cada familia pondrá en marcha ciertas herramientas, fortalezas, habilidades y pensamientos muy concretos, para ir poco a poco comprendiendo la nueva situación y poder sacar de ello lo positivo. Siempre habrá variables personales que ayudarán o por el contrario puede haber otras que entorpezcan en el camino, eso es inevitable.

Lo que sí sabemos es que hay ciertas pautas o estrategias que van a ayudar cuando una noticia de este tipo llega de manera inesperada; toma nota de las siguientes:


– Asimilar la situación y afrontarla. Al inicio del diagnóstico la negación será lo habitual: “esto no es posible”, “seguro que hay algún error”, “no puede ser cierto”… Después llegará el momento de asimilar y afrontar lo que a partir de este momento va a pasar.

 Recabar información. Una vez que la noticia la hemos asimilado y la hacemos nuestra, tocará informarse mucho: sobre las necesidades del pequeño, sobre los recursos disponibles, sobre aspectos legales, ayudas sociales… Cuánta más información recopilemos, mucho mejor, eso sí, ¡cuidado! Busca información en sitios seguros, fiables y de calidad.

– Fomentar tu resiliencia. La resiliencia es la capacidad que el ser humano tiene de asumir con flexibilidad situaciones límite y sobreponerse a ellas. Cuando una noticia así nos toca de cerca, es fundamental contar con una resilencia potente, cuidada y trabajada; y es que cuando un niño con capacidades diferentes llega a nuestra vida, no hay duda de que viviremos y experimentaremos situaciones algo más difíciles que las familias en las que los niños no son así.

– Cuidar de la pareja y de la unidad familiar. Muchas veces la madre o el padre se involucra y se centra tanto en estar con el niño o con la niña, en preocuparse de su cuidado y en su bienestar que descuidan a los otros miembros de la unidad familiar que pueden sentirse desplazados (otros hijos, la pareja…). Esto suele pasar de manera involuntaria y a veces inconsciente, por ello no está de más recordar que el cuidado, educación y desarrollo de ese niño no ha de recaer únicamente en una sólo persona, eso puede ser agotador y nada positivo.

– Cuidar de uno mismo. Del mismo modo que en el punto anterior hemos explicado la importancia de cuidar y disfrutar de todos los miembros de la unidad familiar, no podemos olvidarnos nunca de uno mismo. Es fundamental descansar, alimentarse bien, disfrutar de momentos de ocio, poder desconectar… y es que cuando toca dedicarle más tiempo a ciertas tareas por algo en concreto, en este caso al niño o a la niña, si la persona está fuerte mental y físicamente, le será más fácil ofrecer ese apoyo.

– Centrarse en el ‘día a día’. Las familias que tienen algún hijo o miembro en su familia con capacidades diferentes, van poco a poco, despacito pero con buena letra: se marcan alcanzar objetivos realistas en un período de tiempo más o menos breve. No piensan tanto en un futuro lejano, si no que viven el presente y el ‘día a día’ de forma más intensa.

– Pon el foco en el niño. Es importante entender que tu hijo es único y maravilloso, al igual que lo somos todos los demás. Cuando de verdad hayas asumido que sus capacidades sean o no diferentes, son parte de su identidad y de su esencia, serás feliz.

– Practica la psicología positiva. Céntrate y potencia esas cualidades, habilidades y fortalezas que tu hijo también tiene. Busca, identifica y foméntalas, no te quedes sólo en lo que más le cuesta alcanzar.

Visto todo lo anterior, me gustaría terminar el artículo recordando que la experiencia de la maternidad y de la paternidad siempre es algo excepcional, tenga el niño o no tenga capacidades diferentes.

Tu hija o hijo te amará por encima de todas las cosas y conseguirá sacar de ti sonrisas cuando ni siquiera sospechabas que las podrías ofrecer. Con su nacimiento experimentarás sentimientos y emociones únicas que harán que todo esfuerzo siempre merezca la pena.

Fuente: muyinteresante.es

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